El fin de las AFJP


La timba de las AFJP, el papel del Estado y la esquizofrenia opositora


*Por Horacio Cesarini


El gobierno de Cristina Fernández tomó por el cogote a la gallina de los huevos de oro y desbarató a la asociación ilícita que formaban las AFJP, cuyo “modus operandi” dejó las huellas dactilares latentes sobre el ahorro de los argentinos. En el levantamiento de indicios tras los allanamientos(1) se detectaron “ciertas inconsistencias”, comprobándose que de cada 100 pesos que percibía el sistema privado tomaban (¿o hurtaban?) treinta y cinco en concepto de “gastos de administración” y de escandalosas comisiones que se triplicaron en los últimos 10 años y el saldo era azarosamente colocado en la timba financiera de los “mercados de futuro”. Resultó que hay 33.000 jubilados que no tienen un solo peso en sus cuentas y que un 77% de los afiliados cobra gracias a los fondos públicos. El Estado pone cuatro mil millones de pesos anuales para sostener el sistema de las AFJP, dejando de percibir 100.000 millones de pesos durante los 14 años de existencia del sistema privado de jubilaciones, el equivalente al 2,8 del PBI. No se está discutiendo por mendrugos
La creación de las AFJP, como gran parte de las reformas de los ’90 y en el marco de la profundización de la precariedad laboral, estuvo dirigida a garantizar una alta tasa de ganancia a los grupos concentrados, especialmente de capital extranjero..
La vuelta al sistema solidario de reparto, una de las tantas medidas que se deberá tomar para contrarrestar las consecuencias del desastre que produjo el mercado libre en EE.UU y Europa, es la primer pulseada (si no contabilizamos la mantenida con la Sociedad Rural y sus furgones de cola) que deberá sostener el gobierno con los que quieren conservar el modelo de país que los Chicago Boys establecieron vía la brutal dictadura del ’76 y que perfeccionaron Menem, Cavallo y De la Rua.
Para seguir creciendo, con justicia social, hay que poner en marcha un efectivo plan de obras públicas (caminos, diques, centrales atómicas, recuperación de ramales ferroviarios, etc) capaz de sostener y mejorar el nivel de empleo, el crecimiento de los salarios y la seguridad social, además de mantener la desconexión con los organismos financieros internacionales. Los ideólogos de la globalización feliz, que fracasaron en alcanzar la prosperidad eterna fundada en la artificiosa expansión del crédito, nos quieren hacer creer que toda forma de economía autárquica, de desarrollo propio y fortalecimiento del mercado interno y regional es “salir de la historia”. Dice Samir Amin que “desconectar significa someter los vínculos con el exterior a las prioridades del desarrollo interno”. (Capitalismo, imperialismo y mundialización, 15/02/08)
Cuestionamientos
No era difícil vaticinar la respuesta de la partidocracia que no quiere que los huevos de oro cambien de mano. Con distintos argumentos, de derecha e izquierda, quieren que todo siga como está.
Carrio afirmó que “las jubilaciones no vuelven al Estado sino que van a caer en manos de una banda de ladrones” y parangonó al gobierno de Cristina Fernández con el régimen nazi. La actual vocera de las AFJP es inimputable. Más discretamente, el PRO de Macri, la moribunda UCR y el Partido Socialista dicen que es para “hacer caja” o cubrir las cuentas fiscales. Son la cría del menemato, que cuentan con la complicidad de una prensa abyecta que manipula la información para confundir a la opinión pública, intentando invertir los papeles y encubrir a los ladrones de guantes blancos. Hoy la derecha neoliberal y la izquierda siempre antinacional claman por una cláusula que asegure la intangibilidad de los fondos (que nunca exigieron a las AFJP), olvidándose que fue Cavallo, el ministro de la alianza “progresista” donde militó la jefa de la Coalición Cívica escoltada por Patricia Bulrich, quien arrasó con 2300 millones de dólares que las AFJP tenían en plazos fijos entregando a cambio bonos que meses después caían en default, coronándolo con el inolvidable corralito que afectó a no pocos jubilados. Gorilas de todo pelaje quieren utilizar un discurso del General Perón de 1973 para hacerlo funcional a los intereses del privilegio.
El papel del Estado y la esquizofrenia opositora
Murió todo principio neoliberal cuando los gobiernos de los EE.UU, Inglaterra, Alemania, Suiza y otros gobiernos de los países capitalistas estatizaron bancos, se lanzaron a garantizar depósitos e inyectaron billones de dólares, euros y libras esterlinas para auxiliar a los bancos financieros y comerciales.
Los dogmáticos de la exclusión del Estado en el proceso de mercado se convencieron en 24 horas que ya no sirve el exceso de libertad y aplaudieron el salvataje estatal. Los analistas que condenaban toda regulación, saltaron la valla y condenaron al mercado libre con la misma pasión con que lo idolatraban. Los economistas adiestrados por el FMI o el Banco Mundial, que atacan lo que suponen altos índices inflacionarios en las economías dependientes, callan ante el rugir de la monopólica máquina impresora de dólares –otra producción de la nada- que servirá de subsidio a los bancos en quebranto (Morgan Chase, Citibank, Bank of America, Goldman Sachs, Wells Fargo, Bank of New York, etc) que fueran orgullo del “boom” económico americano. Mientras se alfombra la llegada del Estado regulador, se cuestionan las sacrosantas reglas del libre mercado y se lo despide sin contemplaciones.
El diario La Nación, del día 23/10/2008 titulaba en tapa “Huella de un estatizador serial”. Cuando todos creíamos que nos encontraríamos con un artículo referido a George W. Bush, que había puesto en marcha el mayor auxilio estatal para salvar a los responsables del colapso financiero, nos sorprendió leer que el “estatizador serial” a quien se le dedica la nota no es otro que Néstor Kirchner.
Estatistas en el primer mundo, defensores de un sistema financiero podrido e irrecuperable, son acérrimos liberales en nuestro país. Como siempre los encontramos abroquelados en la comatosa y esquizofrénica Unión Democrática.
Les duele que la medida que devuelve el ahorro a manos de los argentinos, venga acompañada de paquetes accionarios de importantes empresas. Así, el Estado podría ocupar una silla en el directorio de Edenor, Gas Natural, Siderar, Telecom, Molinos, Transener, el Grupo Clarín y los Banco Macro, Patagonia, Galicia, Francés e Hipotecario, para nombrar sólo algunas.
La crisis mundial no encuentra fondo
La crisis de los EE.UU se tragó, en un mes, más que toda la deuda de los países periféricos y la suma necesaria para sacar del hambre, la marginación y el atraso a gran parte de la humanidad, dilapidándose miles de millones de dólares en dos tercios de las hipotecas basura que son incobrables, tapando la “gran estafa” con otra. Joseph Stiglitz lo sintetiza así: “Ese dinero está yendo a un agujero negro”.
La más severa y prolongada de las recesiones despunta en el horizonte norteamericano acoplado a un bache fiscal récord y un colapso financiero de fenomenal escala que no conocieron en las últimas décadas (EE.UU tiene el 50% de sus bonos públicos en manos extranjeras) y la desconfianza generalizada paraliza todo tipo de operaciones interbancarias. Es inminente una crisis social de proporciones: los “deudores” hipotecarios abandonan sus casas en el instante que el desempleo golpea a la puerta y la adicción por el consumo a crédito fácil, que fuera el motor de la economía norteamericana, resultó fundido por el descontrol: millones de plásticos, que desde la banda magnética irradiaban una ilusoria prosperidad en cuotas, taponan ahora los sumideros. Veintiun mil millones de dólares de tarjetas incobrables -sólo en el primer semestre del año- “absorbieron” las entidades crediticias. Paradójicamente, gran parte de los créditos con topes altísimos, estaban garantizados por las propiedades intoxicadas por las hipotecas que tampoco se pagarán. La hemorragia no se detiene con un simple torniquete.
La crisis recién está mostrando su verdadera cara y la fragilidad del coloso del norte ya quedó a la vista. Bush es el cadáver que simboliza la aventura sin fin del Medio Oriente, la pérdida de la hegemonía mundial estadounidense y el futuro impreciso del dólar que seguramente, deberá adaptarse a la situación que emerja de la crisis, si algo queda a flote.
Japón profundiza su largo ciclo recesivo y Europa, metida en la huella estatizadora estadounidense, ya siente la onda expansiva de una crisis que al final, no le es tan ajena.
Hay una factura con cifras en billones de dólares. ¿Cómo se pagará? ¿Quién la pagará? Y hay otro escenario mundial que se modificó con la caída del Muro de Berlín y el “socialismo” soviético al que se agrega hoy el descalabro del capitalismo financiero y el neoliberalismo. Las consecuencias de los consejos del Consenso de Washington , que empobrecieron al Sur, hacen su faena en el Norte.
Se deberán encontrar nuevos nombres para los nuevos hechos, así como a la nueva era.
¿Qué hacer?
Mientras la oposición queda pegada a la dupla Menem-Cavallo con la defensa irrestricta del fabuloso negociado de las AFJP y desde las tribunas del statu quo se advierte sobre los peligros del proteccionismo y el aislacionismo, el gobierno carece de una respuesta clara para ganar la opinión pública a favor del proyecto estatizador.
Hay que encontrar las fórmulas para dar sustento popular y movilizar en defensa del proyecto, por ejemplo, enmendando parcialmente la Ley 22241, en el artículo que fija el l,5% del último sueldo por año de actividad para calcular el importe inicial de la jubilación y con un máximo de 35 años. Eso clava el piso jubilatorio, en el mejor de los casos, en 52,50% del sueldo. La Ley en cuestión es del año 1994, afecta sólo a las jubilaciones de reparto y fue sancionada a los efectos de inducir a los activos a elegir los “beneficios” de las AFJP.
De esta manera la batalla no se dará solamente en el campo ideológico, sin desdeñar la importancia que tiene para contrarrestar la ofensiva cultural liberal, sino en el de la distribución justa de la riqueza y la justicia social efectiva.
Hay que tejer una red de contención de los efectos indeseados de la crisis del primer mundo consensuados con el MERCOSUR y la UNASUR. Poner en marcha el Banco del Sur para garantizar el financiamiento de grandes obras, ampliar la desdolarización del intercambio comercial de la región, como se estableció entre Brasil y Argentina, avanzar en la creación de una moneda común. Son medidas que permitirá la ampliación del comercio regional y la necesaria desconexión de los mercados intoxicados por la crisis.
(1)Los allanamientos no lo efectuaron personal de la AFIP como podría pensarse, sino personal de la División Defraudaciones y Estafas de la Policia Federal.

 
© Diseño producciones BM