Nación

“Me llena de satisfacción mi abuela que sigue participando por las que no encontraron a sus nietos”


Alejandro Sandoval es el nieto 84º recuperado por Abuelas en ese largo recorrido de casi quinientos chicos nacidos en cautiverio y robados durante la dictadura militar; reivindica la lucha de su abuela y dice que hay que el desafío es que la sociedad comprenda que no fueron adopciones sino robos.

¿Cómo vivís esta historia fuerte como es la de recuperar la identidad?
Como cada vez que voy a un lugar a hablar de mi historia y la historia de todos nosotros, con orgullo, que no es solo por mi abuela por más de treinta años de búsqueda, sino también de la lucha colectiva que primero se armó por las Madres y las Abuelas.
Lo que hoy más me enorgullece y llena el alma de fuerza es ver a los compañeros de diferentes localidades, de cómo se interiorizan y el grado de comprensión que hay. Ya dejó de ser una lucha de unos pocos o de cómo le decían a las Abuelas “esas viejas locas”, sino que ya es una lucha de toda la sociedad. Hoy por hoy vemos que las Madres y las Abuelas no están solas y que el ejemplo de vida que nos dejan, la sociedad lo toma como propio. El manejarse sin rencores para llegar a la verdad y siempre pidiendo justicia.

Treinta años buscando un nieto es una muestra de amor impresionante, ¿cómo lo sentís vos?
Al principio lo tomé con incertidumbre, porque no sabía que era lo que iba a encontrar enfrente y tampoco sabía mi historia personal, como quiénes eran mi familia. No sabía si me iban a querer o si me odiaban. Me encontré con una familia espléndida, con muchas virtudes y que supieron respetarme los tiempos. Por eso creo que pude hacer la adaptación tan rápido.
A mi me llena de satisfacción que por ejemplo mi abuela ya me encontró a mi y sigue participando igual que antes en la lucha por las que no encontraron a sus nietos. Son cosas que te marcan y te dicen que no podes bajar los brazos cuando una lucha es justa.

Me da la sensación que todavía un gran parte de la sociedad no cayó en la cuenta de la gravedad del caso de los chicos apropiados.
Hasta cierto punto es comprensible, porque acá se hizo un trabajo muy fino para que se piense que fueron adopciones y no apropiaciones. Pero no es casual el rótulo de apropiación, porque en un diccionario al lado lo primero que encontrás es robo, y al interiorizarse en el tema aparece que atrás de esas que algunos quieren llamar adopciones, hay primero un robo y un asesinato.
Por eso cuando voy a dar una charla trato de remarcar la diferencia que hay entre una adopción y la apropiación. Quien adoptó del 76 al 83, si fue una adopción real, como hubo casos de algunos nietos, lo primero que hace es acercarse a Abuelas y sacarse la duda si es que adoptó de buena fe. Si no sabe la procedencia del chico y no se acercan a Abuelas, es porque saben que fueron culpables de un delito, que muchas veces no es que haya apretado el gatillo para matar a los padres, pero es partícipe directo de ese asesinato al no asumir su responsabilidad y ocultar información.
Son grandes temores que tienen los adultos que cometieron delitos y después se los pasan a los jóvenes que son víctimas y tienen miedo de acercarse por no involucrar a esas personas que ven como padres cuando en realidad son apropiadores.
Es un trabajo largo, arduo, que hay que llevar con mucha calma y mucha paciencia, porque hay que desestructurar treinta años de decir que fueron adopciones cuando en realidad fueron delitos de apropiación.

 
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