Nación

“Hay reflejos democráticos profundos en la sociedad”

31 de agosto - El filosofo Ricardo Forster, integrante de Carta Abierta, y uno de los intelectuales más lúcidos del modelo se refirió al Pensamiento Nacional, a la necesidad de una reforma de la Constitución Nacional y los elementos de defensa de la democracia que se han generado en la sociedad.

¿Cómo entiende al pensamiento nacional?
Hay una gran tradición en la vida política cultural argentina que remite incluso a los orígenes de la independencia. En nosotros está el tratar de ver cuáles son los vasos comunicantes; la herencias; las tradiciones. De que modo hay una historia de un pensamiento que se ha involucrado muy potentemente en la vida de la Argentina y de qué manera ese pensamiento hoy sigue siendo un desafío en función del proyecto que se está construyendo desde la Nación.

¿El pensamiento nacional ya está instalado independientemente de quién sea el próximo presidente de la República?
Toda tradición genuina va más allá de las coyunturas políticas e históricas. Tiene dentro suyo una potencia que le permite reencontrase en otros contextos con esa misma historia.
Obviamente que un pensamiento que se quiere emancipador; que tiene orígenes libertarios y matriz popular, necesita siempre estar involucrado con un proceso de emancipación efectiva del país. Pero hemos vivido años de oscuridad y de resistencia, y sin embargo seguimos insistiendo.
El pensamiento nacional es la confluencia de muchos pensamientos. Yo no creo en los pensamientos únicos y cerrados ni en una verdad revelada, creo en la confluencia de distintas tradiciones que tienen en común la búsqueda de una sociedad más igualitaria; más democrática; estrechamente vinculada a América Latina y que se capaz de resolver los niveles de injusticia y de desigualdad que todavía persisten en nuestra sociedad.

¿No hay un riesgo de caer en extremos?
Creo que toda sociedad democrática debe saber procesar sus conflictos y sus diferencias, porque siempre van a existir las disputas. Por ejemplo la Constitución de 1853 fue el resultado de una guerra civil prolongada que terminó con un bando ganador y un bando derrotado. Esa Constitución, a los saltos, a veces respetada y otras envilecida, y atravesó gran parte de la historia argentina.
La Argentina es un país donde ha habido disputas y conflictos, con posiciones a veces irreconciliables, pero el lugar más oscuro y más terrible es cuando se quebró la vida democrática. Ahí conocimos la devastación; conocimos lo que significa vivir fuera del estado de derecho; conocimos el terrorismo de estado. Creo que ya a treinta años de la recuperación de la Democracia, la mayoría de la sociedad sabe de la importancia y de lo que significa sostenerla. Por ejemplo cuando se plantea desde el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires poner un 0800 que vigile la participación política de los estudiantes en las escuelas, reacciona una gran parte de la sociedad. Cuando al jefe de gobierno de la ciudad se le ocurre decir que una obra del arte más genuino como es El Eternauta de Osterheld, tiene que quedar afuera de las escuelas, reacciona una parte de la sociedad. Esto demuestra que hay reflejos democráticos profundos. Es una sociedad que ha aprendido durante lo que significa la experiencia de perder la Democracia. En ese sentido no veo ningún riesgo en el horizonte, si veo riesgos de horadación; debilitamiento y de chantaje sobre los gobiernos y sus debilidades democráticas.
Veo riesgos, y esto Carta Abierta lo plateó en el 2008, de acciones destituyentes, por ejemplo cuando un escritor afamado como Marcos Aguinis dice que la organización Evita o las juventudes de La Cámpora o el movimiento de Milagros Salas, se parecen a las juventudes hitlerianas, e incluso son peores, porque las juventudes hitlerianas tenían algún tipo de ideal y estas organizaciones solo están por el dinero. Estas manifestaciones son una regresión brutal de la propia vida democrática, pero aparecen los anticuerpos que ya no responden a una ideología política o al partido de gobierno, sino que responden a una sociedad que quiere seguir viviendo y resolver sus conflictos en el interior de la Democracia.

Si no es Cristina Kirchner, ¿quién puede encabezar la continuidad de este proyecto nacional?
Cristina (Kirchner) expresa solidamente el liderazgo de un movimiento que vino a transformar la Argentina. Yo no me arriesgaría a plantear en función de lo que falta hacia el 2015 alternativas a lo que es claramente el papel central de construcción política que hoy representa Cristina Fernández de Kirchner.
Es una discusión un tanto ociosa porque este es un proyecto complejo y dinámico que ha llegado a la Argentina en un momento en que no parecía que fuera posible instalar un proceso de transformación como el que se instaló. Que atravesó duras dificultades, derrotas electorales incluso, y que logró sostenerse y doblar la apuesta.
La Presidenta hace tiempo que ha demostrado su estatura de dirigente y su capacidad de generar política en la sociedad, por lo que creo que es ocioso adelantarse a los tiempos políticos. Sí me parece importante un debate público alrededor de sí es necesaria o no una reforma de la Constitución. Nosotros desde Carta Abierta hemos dicho explícitamente que la Argentina del 2012 merece abrirse a este proceso de debate, a que si la Constitución del ´94, que responde a otro modelo de país, debe ser la que siga dándole fuerza de ley a lo que está sucediendo en el país.

¿Se puede seguir avanzando en este modelo de Nación con una Constitución emanada desde el neoliberalismo de los ´90?
Toda Constitución es hija de su tiempo. De los conflictos y de las hegemonías culturales y económicas. La Constitución del ´94 es efectivamente la de una Argentina construida alrededor de una economía de mercado, de la ideología neoliberal y de la fragmentación del País. Pese a todo tiene incorporados algunos artículos que son valiosos y hay que mantener y rescatar. Incluso una Constitución que surgió de la ilegalidad más absoluta, como fue un golpe de estado, que es la Constitución del ´57, incorpora al artículo 14 bis que es un gran artículo sobre derechos sociales y que hay que mantener. Con esto quiero decir que toda Constitución vive en el tiempo, habita la historia y es revisada y abierta por cada generación para ponerla a la altura de los desafíos que cada época se palntea para si.

 
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