Nación

Cómo evolucionó la política migratoria argentina


(22/12) El Director Nacional de Migraciones, Martín Arías Duval, Evaluó junto a El Nuevo Pueblo en un reportaje exclusivo, los resultados de la política migratoria del gobierno donde derriba las posiciones que señalan los problemas actuales como resultado de una apertura indiscriminada de las fronteras

¿Cómo está dado hoy el trabajo en el área de inmigraciones?
Es un trabajo arduo pero muy gratificante ya que desde el año 2004 que venimos implementando esta política inclusiva que denominamos Patria Grande y se da a partir de la sanción de la nueva Ley de Inmigraciones a fines del 2003 y promulgada por Néstor Kirchner a principios del 2004 y ahora reglamentada por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner hace escasos meses. Es un programa ambicioso y que va e línea con este proceso de integración regional que iniciamos a partir de la firma del acuerdo del MERCOSUR, pero que hoy es algo muy superador a lo que fue en su momento el inicio de esta integración porque ese acuerdo era básicamente económico que tenía que ver con el levantamiento de las barreras arancelarias y la libre circulación de mercadería. A poco que se fue avanzando en este proceso de integración regional, nuestros presidentes se dieron cuenta y acordaron que la economía no puede ser nunca un fin en si mismo, que esta debe estar al servicio del ser humano, por lo que se empezó a pensar y a acordar dentro del marco del MERCOSUR otro tipo de política, y una política muy importante en lo que tiene que ver con un proceso de integración regional es una que facilite la libre circulación de personas.

Esto implicó que nos pusiéramos a trabajar en la admisión dentro del territorio de un país como residentes a los nacionales de otros países, que en esto consistió el programa Patria Grande y que significo dar visibilidad a una gran cantidad de inmigrantes que teníamos en nuestro territorio, lo que fue una solución al 80% de los problemas que teníamos en materia inmigratoria. Teníamos una enorme cantidad de personas provenientes de países limítrofes que no habían podido salir a la luz, que no tenían identidad, que no podían salir al mercado y eran víctimas de la explotación, ya que quien no tiene visibilidad es mucho más vulnerable.

Desde el año 2004 al día de la fecha 900 mil personas que estaban absolutamente excluidas pudieron acceder a un documento nacional de identidad y así poder insertarse en el mercado laboral formal o en blanco, lo que implica también un beneficio para el país porque la persona que se inserta de esta manera paga aportes e impuestos; recibe una remuneración acorde a la legislación y en consecuencia consume más dentro del propio país, lo que genera reactivación del mercado interno.

Más allá de que también genera otra perspectiva laboral para los argentinos, porque al no existir esta mano de obra ilegal existe una competencia de igual a igual.
Si vemos como evolucionó el índice de desocupación del 2004 hasta ahora, de un 14% se ha disminuido al 7%, y los índices de criminalidad que se mantuvieron estables, podemos también destruir el mito que el inmigrante que llega al país aumenta los índices de criminalidad y que le quita el trabajo a los nacionales. El inmigrante integrado compite en condición de igualdad de derechos y obligaciones con el ciudadano argentino y muchas veces hace los trabajos que los propios argentinos no estamos dispuestos a hacer. A nosotros la década del ´90 nos aniquiló la cultura del trabajo, que era lo que aprendían nuestros bisabuelos cuando venían a la Argentina, que venían con una mano atrás y otra adelante y aprendieron y nos enseñaron que con esfuerzo y sacrificio uno podía progresar socialmente. Durante la crisis que genera la década del ´90 hubo dos generaciones de argentinos que perdieron esa cultura del trabajo, porque esa década le enseño que por más esfuerzo; sacrificio; estudio o preparación que se tuviera, este país no le daba oportunidades. Esto generó que haya muchos sectores de actividad donde hoy en día, y gracias a la reactivación económica que hay, haya demanda de mano de obra que no encuentra trabajadores dispuestos a hacer ese tipo de tarea.

Pensemos luego lo que pasa por ejemplo en La Rioja cuando llega la cosecha del olivo donde los productores se quejan de que no tienen mano de obra para llevarla a cabo. Pasa lo mismo en Mendoza cuando llega la cosecha de la vid. Hace unos meses en la provincia de Salta, en uno de los diarios más importantes de la provincia y en tapa, que los productores agropecuarios le planteaban al gobernador la falta de mano de obra.

La reactivación de la industria de la construcción demando una gran cantidad de mano de obra que no se podía satisfacer con el mercado interno, con lo cual se tuvo que importar muchos trabajadores bolivianos y paraguayos para abastecerla.
Esto tiene que ver mucho con esa pérdida de la cultura del trabajo.

Otro factor que hay que tener en cuenta es el envejecimiento de las poblaciones, que es un fenómeno a nivel mundial.
La tasa de natalidad va disminuyendo y produce una falta de sustento de la pirámide poblacional. La clase pasiva se sostiene con la clase económicamente activa, y si miramos cuáles son las características de la población migrante en la Argentina el 80% es población entre 16 y 45 años de edad, toda población económicamente activa, en edad reproductiva. El 70% están alfabetizados, con lo que son fácilmente integrables en el mercado laboral. Todo esto contribuye, a partir de la admisión como residente regular, a sostener a nuestra clase pasiva.

Hace unos meses el diario La Nación publicó en tapa un informe sobre la Villa 31 y hablaban sobre la composición extranjera dentro de la misma con comentarios muy peyorativos respecto de estos. Ese mismo diario dos semanas después en un artículo un poco más chico, en la sección de economía, titula que Alemania necesita para sostener su economía 500 mil inmigrantes por año. Esto quiere decir algo.

Nosotros estamos convencidos que esta política migratoria abierta fortalece el proceso de integración regional y en definitiva la Argentina como estado está haciendo negocio, porque el inmigrante que llega a nuestro país viene con ganas de trabajar, con ganas de insertarse en el mercado laboral, por los mismos motivos por los cuales vinieron nuestros abuelos de Europa. La única diferencia que hay entre el tano o el gallego que venían hace unos años al país y el boliviano o el paraguayo que llega a la Argentina de hoy es la procedencia y el envase, pero vienen por los mismos motivos y a hacer los mismos trabajos que nuestros abuelos y fundamentalmente a contribuir con el crecimiento de nuestro país.

 
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