Nación

Oíd el ruido de rotas cadenas


La noticia explotó en el calor del verano como una bomba y llegó a revelar otro de los secretos a voces de la realidad argentina. Los señores feudales, el “campo argentino”, hoy devenidos en la su mayoría en importantes empresas, en muchos casos transnacionales someten a los trabajadores golondrina de nuestro campo a terribles situaciones de trabajo.

¿Cuál es la novedad? es la pregunta más frecuente que se escucha en sectores vinculados de alguna manera a ciudadanos argentinos que viven en alguna de las provincias del nuestro norte.
Es que esta novedad escandalosa para quienes vivimos mas o menos confortablemente entre cuatro paredes en alguna de las grandes ciudades del país es una realidad elocuente.

Primero fue Du Pont a través de su empresa vinculada NIDERA, así, toda con mayúsculas porque son las seis letras de los países donde inicialmente comenzó a operar, empezando con la N de Netherland (Holanda) y finalizando con la A de Argentina. Para comprender la importancia de esta empresa hay que tomar en cuenta un detalle, dada la envergadura del volumen de sus negocios tenía una aduana propia otorgada por el estado, la que perdió a causa de las condiciones de trabajo de sus empleados.

Luego de los campos de Buenos Aires le siguieron los de Córdoba; los de La Rioja, más en Buenos Aires, todos arrojando la brutal realidad de hacinamiento, falta de servicios esenciales y sobreprecios en los alimentos que se les vendía (en muchos casos vencidos y en otros provenientes de planes sociales).

No resulta extraña esta realidad en una actividad que tiene a más del sesenta por ciento del personal dedicado a la misma trabajando en negro; donde lo habitual es que las familias deban sumar a los niños a trabajar para completar un salario que les permita alimentarse de manera básica.

Un rol importante en estas condiciones de trabajo lo juega la supuesta representación gremial de estos trabajadores rurales. Sin la complicidad y hasta la labor asociada del gremio es impensable que se pudiera trabajar en estas condiciones. Aquí se da la particularidad de que la UATRE es socia, con la patronal de la que supuestamente defiende a sus afiliados en el RENATRE, el registro de los trabajadores rurales.

Pese a lo escandaloso de la situación nada parece indicar que esta misma realidad no se esté multiplicando hasta el cansancio en los distintos campos que se extienden a lo largo y ancho del territorio nacional. Solo la particularidad del mismo y las facilidades de los dueños de los mismos para esconder a sus peones esclavos y la brutal necesidad de esta gente de trabajar de cualquier manera, potenciado por una resignación basada en décadas de abuso e ignorancia de los propios derechos de quienes trabajan la tierra en forma infrahumana permite que se siga perpetuando en el tiempo.

Esos argentinos son quienes tienen la responsabilidad de mantener en pleno Siglo XXI condiciones de vida de hace trescientos años.

A esos argentinos es a los que la ley de una vez por todas debe poner en su lugar, a los que el congreso debe promulgar leyes que los castiguen más duramente y a los que es el Estado Nacional debe caer con toda la fuerza de su autoridad para que cumplan sus compromisos fiscales.

Mientras esto no ocurra seguiremos asistiendo a un show donde un grupo de farsantes hijos de puta nos inventen una realidad inexistente.

 
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